25 de febrero de 2008

Pasante de Ley

La Pasantía que te parió

Lo que debería ser un proceso de aprendizaje académico para todos los estudiantes se convirtió en una simple changa alejada de lo educativo y cercana a oscuros intereses.
La universidad nos abre las puertas hacia el campo laboral a través de las pasantías que ofrece e invita a transitar un terreno desconocido para muchos de los estudiantes. La propuesta seduce y muchas veces salda las necesidades de muchos jóvenes, teniendo en cuenta un nivel actual del 7.5 % de desempleo (sí confiamos plenamente en los datos del INDEC) y un 9.1% de subocupación. Sin embargo la propuesta de las pasantías encierra una terrible contradicción. Mientras, por un lado, promete puestos laborales en variadas empresas de carácter publico y privado, por el otro, coarta estas vías de acceso a un trabajo digno en la misma facultad, ya que, es sabido que los empleados de la universidad contratados como pasantes ocupan espacios estancos carentes de movilidad. Es decir, el régimen de pasantías que se lleva a cabo al interior de la Universidad, además de enmarcarse como una de las tantas formas precarias que obtuvieron los puestos laborales luego de las políticas implementadas a partir de los ´90, avala que las personas que ocupan los diferentes puestos sean siempre las mismas, y por lo tanto, limita a los estudiantes que buscan una oportunidad laboral.
La ley 25.165, que implicó la creación del sistema de pasantías educativas, vigente desde el año 1999, tiene como objetivo principal “brindar experiencia práctica complementaria de la formación teórica elegida que habilite para el ejercicio de la profesión u oficio”: Tristemente, muchos de los beneficiarios de las pasantías que la UNLaM ofrece en sus diferentes áreas, desde puestos administrativos, contables, técnicos hasta tareas en el pequeño multimedio conformado por el diario Uno, el Laboratorio de medios y la Ru; luego de haber obtenido esa experiencia se quedan en sus puestos o acaparan otros espacios relacionados a las cátedras. La implicancia que plantea la legislación evidentemente no se cumple; y resulta innecesario dar nombres y apellidos ya que los estudiantes están acostumbrados a ver las mismas caras.
De esta manera, las pasantías
no son entendidas para la Universidad como instancias de práctica profesional, ni de formación, ni de aprendizaje sino más bien son puestos de trabajo, donde lo económico pisotea a lo educativo y formativo.
El límite de tiempo en el que se puede otorgar una pasantía también es algo contradictorio ya que este es de cuatro años, lo cual resulta excesivo si entendemos a la pasantía como extensión práctica del aula.
Este abuso que realiza la Facultad así como también las diversas empresas que forman parte de sus convenios es producto de la falta de claridad en la Ley de pasantías que dan rienda suelta a libres interpretaciones. Existen algunos puntos de vital importancia, para un trabajo digno y justo, que no están especificados en la ley vigente, tales como la carga horaria, el salario, los seguros por accidente de trabajo, la cobertura de salud, etc. En definitiva, al estar “ocupados” los puestos que realmente contribuyen al desarrollo académico del estudiante, las ofertas que aparecen en las carteleras generalmente poco tienen que ver con adquirir herramientas que hagan a su educación. Ser recepcionista en un gimnasio, vendedor o vendedora en un local de ropa deportiva, secretaria en una metalúrgica son opciones vistas como changas con las que se tienen que conformar la mayoría de los estudiantes al no poder acceder a los espacios que colaboren con su formación. Son Pasantías que se filtran, lamentablemente, solo eso.

18 de febrero de 2008

Peleando por el título

Técnico en espera, un sueño en trámite.

Los estudiantes de la UNLaM pasan años a la expectativa de la entrega de la Tecnicatura sin recibir respuestas por parte de las autoridades y del Centro de Estudiantes.
La Tecnicatura está definida como el aprendizaje de habilidades y conocimientos teóricos que permiten el desempeño de actividades instrumentales concretas. Es la posibilidad de lanzarse al campo laboral con un guiño en la puerta de entrada. Y es la posibilidad de comenzar a perfilar todas las intenciones con las cuales nos embarcamos al venir cada día a la Universidad.
Desde pequeños venimos formateados con la idea de que la educación implica un camino lineal ascendente, y con la fe de que corresponde a una acumulación de conocimientos que hace a nuestro progreso personal. En fin, al ingresar a la Universidad, la idea de carrera se instala en el imaginario del estudiantado a partir de diversos mecanismos de índole institucional y burocrático. Es inevitable la sensación de ascender peldaños cuando nos hablan de correlatividades, equivalencias, etc. En este contexto el agraciado título intermedio, mérito del cual se jacta nuestra Facultad, se convierte como en un espacio de descanso de escalera en nuestra larga escalada. Alcanzar esa plaza es la zanahoria que perseguimos sin tregua, para obtener solo un poco de alivio.
Es sabido que para obtenerlo se deben sortear materias específicas y los “obstáculos correspondientes” que nos impone la UNLaM...

El Camino a la Impaciencia
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“Una vez aprobadas las materias me dirigí a la Oficina de Alumnos a realizar el correspondiente trámite. Era verano, allá por el agitado 2005, y el aire helado que salía de aquellas ventanitas alivió la temperatura elevada de mi cuerpo. Sin dar muchas vueltas uno de los empleados me facilitó una hoja en blanco con varios espacios para llenar. Se limitó a informarme que debía completarla con mis datos y pasar a abonar por Tesorería... Cuánto hay que pagar??? Como si se tratara de un combo de hamburguesas me dijo: “Si sacás el analítico y el título te sale $75”. A pesar de lo excesivo que me pareció el monto decidí tramitar ambos certificados, ya que, al obtener el analítico, este se convertiría en la única constancia que tendría, en formato de papel, de mis materias aprobadas. Una vez finiquitada la gestión solo quedaba esperar unos 6 meses para la entrega del ansiado documento. Menos mal que esperé en un asiento. Ya pasaron 3 años, 7 quejas, 14 pasajes de colectivo, incontables broncas pero cero respuestas y ninguna solución. Esperemos (aunque ya no quiero esperar más) que algún día me lo den, y si esto no es así tendré que conformarme con el Título del Secundario.


3 de febrero de 2008

Hermosos adoquines

Comenzamos la cursada nuevamente, el calor del verano aun se cola en el ámbito académico y no nos deja olvidar de la playas, las sierras, las quintas y las piletas por las cuales muchos estudiantes deambularon durante el enero pasado. Pero no todo es color de rosa en el verano, ya que existen los temidos ventiladores de la UNLaM, estos monstruos de la 2da guerra mundial que hacen mas ruido que lo que refrescan y me pregunto, porque demonios no hay otro mecanismo de ventilación mas cómodo y mas silencioso, llámese aire acondicionado o ventiladores de techo. Instantáneamente me viene a la mente una respuesta escuchada miles de veces: ¿de qué te quejas si estas estudiando y la Universidad es hermosa? Es hermosa... Esa palabra… esa palabra. Aquí se resuelve todo con lo bello, lo estético, lo superficial, y ¿qué pasa con los chicos que dejan de estudiar por que no reciben una beca?, o ¿con la cantidad de profesores?, que en muchas carreras faltan y se hacen malabares para que cuatro tipos hagan el trabajo de 15. Y es allí que se me viene a la mente una segunda respuesta: “es que no hay recursos económicos para tanto”. Supongo que recursos no deben de faltar para que se realicen veredas de adoquines. Vaya a saber uno ¿para qué?. Gracias a una investigación profunda en la cual ingresamos a la riesgosa página de “Mercado Libre” pudimos obtener información sobre el precio de los adoquines. Como lo demuestra la imagen rondan los $60 m2 (*). Calculen la cantidad empleada para adornar la calle central de la UNLaM y saquen cuenta…
Bueno por lo menos vamos a poder sentarnos a tomar mate en los “cómodos y Hermosos adoquines”…
Ah! me olvidaba, no se puede. te sacan los guardias.


Ver para creer. Entrá y miralo vos mismo:
(*) fé de erratas: donde decía "cada uno" ahora dice por "m2".