23 de mayo de 2008

Daniel Martínez: entre la LES, el muñeco Pierri y el Martín Fierro de oro. PARTE 3

El aspecto más desarrollado de la estrategia privatista de la LES lo constituye el avance demoledor de los posgrados arancelados. Un cambio rotundo respecto de la universidad tal cual la conocíamos previamente, que establece al ciclo de grado como un espacio con funciones de nivelación (no siempre ascendente) y filtro. Una especie de gigantesco CBC, en el que cada vez se reciben menos estudiantes, mientras que en el posgrado la relación egresados/ingresantes se duplica. También aquí el argumento de la supuesta “calidad” es refutado, en tanto que en los posgrados nos encontramos, en lo sustancial, con los mismos docentes y conocimientos impartidos en el grado. Pero para el sistema, lo importante es el cartel de “tener un posgrado”. Al calor de la LES la cantidad de posgrados creció más de un 140%, triplicándose en las universidades estatales y duplicándose en las privadas. La tradicional orientación “profesionalista” de la universidad pública argentina (un título de grado que permitía ejercer una profesión) fue trasladada al posgrado. Para los docentes funciona igual con los doctorados. En diversos Departamentos de la UNLaM, al docente que quiera sumar contenidos o mejorar su asignatura se le aconseja, en su lugar, “crear” un posgrado. No hace falta más que un aula, el permiso oficial y la voluntad de arrancarle contenidos a la formación gratuita de los estudiantes para pasarlos a cobrar. La perspectiva no deja dudas.
A la vez, la Universidad de la LES ha avanzado en la implementación de lo que sus teóricos dieron en llamar “políticas de ingreso”. Las máximas elaboradas por el Banco Mundial en este punto son claras: “achicamiento del sistema de educación superior y concentración de la calidad en unos pocos”. Los fundamentos también: “no invertir fondos del Estado, que se pueden usar para transferir a los organismos de crédito internacional, en financiar a estudiantes que no terminan sus estudios o tardan mucho en hacerlo”. En la UNLaM, sigue sin haber una información pública sobre la cantidad de ingresantes cada año. En algunas carreras de Humanidades, como Trabajo Social y Comunicación Social se teme una paulatina reducción en los últimos 5 años. Hay un hecho: muchos estudiantes que ingresan a la universidad no tienen posibilidades de continuar sus estudios, ya sea por la decadencia de la educación primaria y secundaria que no les permite “trepar” a los nuevos contenidos (que por otra parte se van emparejando cada vez mas hacia abajo), como por el hecho de que no disponen de los recursos socio-económicos para hacerlo. Los datos son contundentes, hoy sólo un estudiante del sector de más bajos ingresos logra acceder a la educación universitaria de cada ocho del sector más alto. Los defensores del “equilibrio de mercado” están preocupados por la “excesiva” oferta de profesionales y técnicos que genera la Universidad Pública. Frente a un mercado incapaz de absorberla, proponen limitar el ingreso con cupos, aranceles y exámenes, que restituya el “equilibrio”. Esta mirada solo contempla la formación de profesionales para el mercado.
En el terreno de las ciencias sociales y las humanísticas la política no se diferenció mucho de la que se tuvo hacía las “ciencias duras”. No es de extrañar que en este marco el “pensamiento único”, llamado a proscribir cualquier idea que cuestione el capitalismo, haya desembarcado en la Argentina. El ascenso revolucionario de los ’70 fue estigmatizado como ejemplo de barbarismo social, o en el mejor de los casos como un período de heroísmo pasado de moda. El ejemplo sirve para muchos otros temas, históricos y actuales y no solo de las ciencias sociales. La “calidad” y la “eficiencia” proclamadas por la LES se tradujeron en las humanidades como silencio y amnesia. Junto con el “pensamiento único” florecieron las cátedras únicas, en las que conceptos como lucha de clases, liberación, etc…fueron relegados al cajón de los recuerdos. Los docentes son la herramienta para cumplir estos objetivos. En esa clave, los concursos, cuando los hay, son manipulados por los mismos que ya están concursados para cuidar que no haya ningún nuevo “miembro” que perturbe los pactos establecidos.
Para la conservación de todo este “status quo”, una de las estrategias más efectivas hasta ahora ha sido la implantación de sistemas sumamente restringidos en los modos organizativos de los estudiantes. La conformación de Centros de Estudiantes con debate político en su interior y hacia afuera que permitiera eventualmente discutir estos problemas fue estigmatizada. Las organizaciones estudiantiles hegemónicas – llámese Franja Morada en la UBA o Liga Federal en la UNLAM - funcionan como centros de servicios. Las fotocopiadoras, bares y kioscos o el turismo estudiantil son algunos de los rubros más relevantes a plebiscitar en las elecciones. Las ganancias asociadas a los diferentes espacios sirvieron para rentar un aparato acorde al “espíritu de época” sellando una verdadera identidad de intereses entre las camarillas de “jefes” de la universidad y la dirección estudiantil. La iniciativa para impulsar instancias democráticas de autoorganización estudiantil como asambleas, cuerpos de delegados, etc… es nula. No importa de qué tendencia política o ideológica sean. El debate, la discusión, la organización incluso con fines reivindicativos mínimos es reprimida por distintos canales, desde los mas indirectos a la amenaza y el apriete abierto. Es el gran fantasma para un esquema que se apoya en la inacción, la indeferencia y la cultura individualista de los estudiantes.
(*) Tercera y parte final de un texto programado en tres posteos. Ver 8 y 16 de mayo de 2008: Daniel Martínez: entre la LES, el muñeco Pierri y el Martín Fierro de oro. PARTE 1 y 2 respectivamente.

16 de mayo de 2008

Daniel Martínez: entre la LES, el muñeco Pierri y el Martín Fierro de oro. PARTE 2

En diciembre de 2005, a la opulenta fiesta de fin de año con música, show en vivo y costosos vinos se sumo un extraño ritual. La entrega de los “Martín Fierro UNLAM 2005”. Un sector “invitado” del plantel docente, los amigos y jefes de la gestión de Martínez aplaudían y vivaban mientras un improvisado locutor entregaba las estatuillas al “Más simpático y buena onda” (Vice-rector Rene Nicoletti) o a la “Supervivencia” (Gabriel Blanco, ex presidente del Centro de Estudiantes). Todo tenía clima de “zafamos…” Uno de los momentos memorables fue el Martín Fierro “al Hacker” obtenido por Marcelo Pérez Guntín. Detengámonos un momento en este instante. La impunidad y el surrealismo ascienden a niveles impensados. La terna esta integrada por Bill Gates, Homero Simpson y Perez Guntín. El ganador es nombrado y avanza hacia el escenario. Todos festejan, solo algunos saben que P. Guntín tiene un rol central en el esquema de premios y castigos necesario para sostener este modelo de universidad. Como Jefe del área de informática, es el encargado – entre otras cosas – de intervenir los correos electrónicos y chats entre los empleados para controlar sus contenidos. Durante las semanas anteriores quienes osaban hacer circular alguna de las denuncias mediáticas contra el rector eran reprendidos severamente en el mejor de los casos, so pena de perder su trabajo. Hoy, todos saben que las computadoras están “monitoreadas” y que los blogs y foros que tratan temas “incómodos” son bloqueados. Uno de los más enérgicos contribuyentes a la autocensura de quienes podrían molestar en los planes de Martínez ya tiene en sus manos la estatuilla. No hace comentarios. Se limita a saludar y baja del escenario. No podía opacar el final a toda orquesta. El locutor anuncia la última terna. Se llama “Resistiré”. El rector Daniel Martínez compite con Pablo Echarri y gana. “Resistir” significa haber salido inmune a la guerra con Pierri, a las muchas acusaciones en su contra y, finalmente, a la visita controladora de la CONEAU. El locutor parece estar presentando a un astro del deporte o del rock: “¡Porque resistió a la campaña de los medios… porque sigue siendo nuestro rector…!”. Martínez es ovacionado.
Este año habrá doble aguinaldo. Ya se comenta en las mesas. Final apoteótico. Cumbia, pizza y champagne como en los viejos tiempos menemistas.
La CONEAU esta integrada, por diputados (3), senadores (3), funcionarios del gobierno (1), rectores de universidades privadas (2), y por lo más encumbrado de las camarillas docentes de la universidad pública (3), léase “docentes afines”. Todo esto implica un avasallamiento a la tan preservada autonomía universitaria. Una autonomía que hasta ahora sirvió para generar “zonas liberadas” para el accionar de personajes como Martínez. Una institución política clave asociada a la LES fue el FOMEC (Fondo de Mejoramiento para la Calidad Universitaria). Lanzado en 1995 fue el programa precursor en la asignación de presupuesto para aplicación de “reformas mercantiles en base a proyectos concursables”. Su presupuesto inicial, proporcionado por el Programa de Reforma de la Ecuación Superior dependiente del Banco Mundial fue de U$s 238 millones para el período 1995-2000, a partir de lo cual seguiría implementándose con fondos del presupuesto universitario. Sus objetivos, a parte de “mejorar” la gestión, eran los de implementar la reforma académica en los planes de estudio e imponer la departamentalización, que implicaba que distintas carreras de una misma facultad compartan un “tronco” mínimo común, con la eventual obtención de un título intermedio. La UNLaM cumplió al pié de la letra. La LES impulsó la proliferación de los institutos terciarios no universitarios que luego acreditaba como “carreras universitarias cortas” generando una lucha desenfrenada por la “captación” de estudiantes-clientes. Todavía hoy se puede escuchar a autoridades departamentales de la Universidad de La Matanza haciendo circular el tan mentado: “- … de última cursas las materias de la tecnicatura (título intermedio), es lo más rápido”. Lo “más rápido” como alumno es pasar vertiginoso por la universidad, con el mínimo esfuerzo posible, sin enterarse demasiado de nada que no tenga que ver con aprobar materias, apuntando a acortar el ciclo de grado lo más posible pasando las especializaciones a los posgrados pagos, y “optimizando” (vocablo de los 90 si los hay) la planta docente.
Para llevar adelante esta máxima se crea en 1993 (primer gobierno de Menem) el Estado Mayor de la avanzada mercantilista sobre la universidad, la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU). Su primera misión fue crear dos castas docentes a partir de la otorgación de fondos a las viejas elites que monopolizan los organismos de gobierno de la universidad; el mecanismo privilegiado fue el Programa de Incentivos a los Docentes Investigadores. La “objetividad” de los criterios para pertenecer a la casta superior deja bastante que desear. El hecho de ocupar un cargo de rector o de profesor titular “vale más” que el aporte científico o artístico que alguien pueda hacer. Un criterio de excelencia sin duda bastante burocrático, donde, a partir de la grilla de evaluación diseñada por el CIN, un profesor titular que hubiese sido rector dejaría opacado al mismísimo Einstein que sería caratulado como de tercera categoría. Pertenecer tiene sus privilegios. Los que ocupan altos cargos de gestión y/o son profesores titulares concentran poder político, rentas, acceso al financiamiento, viajes a congresos, etc. que a su vez les permiten obtener más puntos, que a su vez les dan más acceso al poder político, a las rentas, al financiamiento, a los congresos. Hoy, el Banco Mundial puede sincerarse declarando que “La SPU (Secretaría de Políticas Universitarias) diseñó un modelo de asignación de recursos (…) que no tuvo por finalidad premiar la calidad sino financiar proyectos para el desarrollo institucional” 6.

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[6] Informe Banco Mundial 2003.
(*) Segunda parte de un texto programado en tres posteos. ver 8 de mayo de 2008, Daniel Martínez: entre la LES, el muñeco Pierri y el Martín Fierro de oro. PARTE 1.

8 de mayo de 2008

Daniel Martínez: entre la LES, el muñeco Pierri y el Martín Fierro de oro.

Capítulo dos(1) y anticipo del libro “UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA MATANZA, una biografía política” que investiga y recoge datos y testimonios en torno a la historia y el presente político de la UNLAM a casi 15 años de la puesta en marcha de la Ley de Educación Superior.

PARTE 1
La Ley de Educación Superior (LES) es emblema de las reformas de mercado en la Educación Superior. No pudo alcanzar su objetivo de máxima: lograr la privatización y el arancelamiento total de la universidad, liquidando la conquista de la Universidad Pública y Masiva. Sin embargo, sí alcanzó un objetivo de mínima: avanzar en la elitización y mercantilización de importantes aspectos de la educación universitaria, la devaluación del título de grado mediante la generalización de los posgrados pagos, la multiplicación de los acuerdos con las grandes empresas – el caso del Banco Santander Río en la UNLaM, por ejemplo -, los cupos, los exámenes para restringir el ingreso. Todo se suma a los mecanismos de segregación social “natural” que establece de por sí cualquier sociedad desigual para el acceso a la educación superior y a tantos otros derechos. En el marco del plan de reformas neoliberales establecidas por el Consenso de Washington, los ideólogos de la LES(2) partían de cuestionar la baja “eficiencia productiva” de una universidad masiva, que recibía “muchos” recursos para unos pocos egresados y de “dudosa calidad”. El argumento principal fue que subordinando el financiamiento a la implementación de objetivos de “eficiencia” se aumentaría la “calidad” de la educación universitaria. Crearon entonces, por un lado, un conjunto de programas para rediseñar la asignación del presupuesto: el Fondo de Mejoramiento para la Calidad Universitaria (FOMEC), el Programa de Incentivos para Docentes e Investigadores (PIDI), y por otro lado, un organismo evaluador centralizado, la Comisión Nacional para la Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU). Han impulsado el boom de las universidades privadas y los posgrados pagos. El proyecto neoliberal de un “Estado mínimo” necesitaba contar con una “Universidad mínima” proveedora de una elite “calificada” de técnicos capaces de maximizar las ganancias.
En ese contexto fue fundada la Universidad Nacional de La Matanza con el irrefutable padrinazgo del “muñeco” Alberto Pierri. Vinculado a los trágicos “vuelos de la muerte” durante la dictadura(3) y floreciente diputado – empresario de los 90, Pierri encontró en Daniel Martínez su sobrino político. Es famosa pero no siempre recordada la breve “entrevista” que Daniel Tognetti realizó a Martínez en 1998. El movilero de CQC (“Caiga quien caiga”, el programa de TV de Mario Pergolini) conocía bien las consecuencias de hacer preguntas incomodas al PJ de la provincia de Buenos Aires. Unas semanas antes, durante un acto menemista había recibido varias trompadas como única respuesta a su “- ¿Menem o Duhalde?” a los muchachos que se dirigían a escuchar al riojano. En esta ocasión, se “cruzo” con el actual rector de la UNLAM en una actividad oficial del área de educación del gobierno menemista. El fugaz dialogo, mientras de fondo sonaba la música de la película “El padrino” de Francis Ford Coppola, fue el siguiente:“Daniel, ¿Cómo es tener de “padrino” a Pierri?”, “Ojalá todos tuviésemos padrinos como Alberto…”Martínez fue el elegido para la implementación de las políticas de LES en una universidad nueva que podía “formar” a sus estudiantes y docentes desde cero, inculcándoles la docilidad a través de un ajustado sistema de premios y castigos.
Durante los primeros años del kirchnerismo, la expresión de una notable continuidad con las políticas de los ’90 fue la perpetuación en el cargo del Secretario de Políticas Universitarias de Juan Carlos Pugliese, uno de los pilares de la avanzada menemista sobre la universidad en los ’90. La UNLaM cuenta entre sus filas con otro rostro típico de los 90, uno de sus ideólogos, el ex juez Rodolfo Barra, integrante de la Corte Suprema de Justicia durante los años de Menem y actualmente docente en la carrera de Derecho. Cualquier duda respecto a qué es la “calidad” en manos de estos privatizadores se despeja al comprobar que en los diferentes programas implementados, los procesos de evaluación de la CONEAU sólo otorgaron un lugar marginal a la investigación, la docencia, y la calidad académica, frente al peso descomunal otorgado a la gestión administrativa y académica, o sea, al manejo de dinero. En este sentido, otro capítulo sumamente caricaturesco de la aventura del rector Martínez y su mandato para con la universidad pública se produjo en el año 2005. Durante ese periodo Martínez estuvo seriamente amenazado por su ex socio - padrino sobrevenido archi-enemigo Alberto Pierri. Disputas de intereses por el predio donde funciona actualmente la UNLaM decantaron en un enfrentamiento cada vez más fuerte y público donde tanto Martínez como Pierri comenzaron a sacar “los trapitos al sol”. Quedaron así expuestas varias causas que el rector tiene por manejo discrecional de fondos públicos, persecuciones políticas a docentes y cuentas bancarias en el exterior. Como era de esperar todo esto fue traducido a los empleados, alumnos y docentes de la institución como una “sucia campaña” contra Martínez y su “transparente intención de ganar el predio de la universidad para todos”(4) Ese año también fue la inspección de la CONEAU. El clima en las aulas, los pasillos y espacios de trabajo de la universidad era de creciente nerviosismo. Todos debían hacer “buena letra” para la inspección. Luego de 15 años de funcionamiento por primera vez la universidad comenzó a pensar en que era lo correcto, lo legal y lo legítimo. El entusiasmo transformador duro lo que la inspección. El informe de la CONEAU(5) nunca trascendió dentro de la institución ni lo conoció en detalle la comunidad educativa, pero se dijo que estaba “todo bien”. Para noviembre de 2005 todo quedaba de nuevo “en su carriles”. Solo restaba festejar.

continúa en el próximo posteo...

[1] En el primer capítulo de la investigación se plantean las condiciones históricas del surgimiento de las llamadas “universidades de la LES” en la provincia de Buenos Aires, la historia política de Alberto Pierri y sus vínculos con la actual gestión de la universidad.
[2] Ver LES www.coneau.gov.ar/archivos/447.pdf
[3] Ver revista “Humor” Marzo de 1985 acerca de las primeras ganancias de la papelera de Pierri y sus oscuros inicios en tiempos de la dictadura.
[4]
Comunicado de la UNLAM, 2005. En esa ocasión se publicó también una solicitada en los diarios en defensa de Martínez. Autoridades y docentes “debieron” firmar. Es conocido el caso de Enrique Valiente, ex decano de Humanidades y Ciencias Sociales que manifestó sus reparos y dudas. Dos años después, en el 2007, fue removido de su cargo para ser suplantado por un hombre de confianza de Martínez: el “Opus Dei” Fernando Luján Acosta antes en Secretaría General de la UNLAM y Oficina de Concurso Docente.
[5] Ver CONEAU, evaluaciones, informe final: http://www.coneau.gov.ar/archivos/evaluacion/UNLaM.pdf